La mandioca (Manihot esculenta Crantz), también conocida como yuca, es un arbusto perenne de multiplicación vegetativa, cultivado en los trópicos para el aprovechamiento de sus raíces. Se produce principalmente en el Sureste Asiático (Tailandia, Indonesia, Vietnam y China). Los tubérculos de mandioca se utilizan para la producción de tapioca para el consumo humano, pero también para alimentación animal. Las importaciones españolas llegaron a alcanzar 1 millón de Tm pero se han reducido sensiblemente en los últimos años. Su procesado incluye su corte en rodajas de 1 a 2 cm, seguido de su exposición al sol para reducir su contenido en humedad, desde alrededor de un 65% en la raíz fresca hasta un 15-18%. A veces se añaden pequeñas proporciones de aceites vegetales (palma) para reducir la formación de polvo e incrementar su palatabilidad. Posteriormente se granula en pellets de unos 7 mm de diámetro y 2 cm de largo. La mandioca también se comercializa en forma de "chips" (trozos groseros), de mayor valor nutritivo (entre 6 y 8 ud más de almidón) que los pellets, porque no incluyen una parte del tallo que sí se incluye en éstos. Su mayor problema radica en la dificultad de manejo.
La mandioca contiene glucósidos cianogénicos (principalmente linamarina) que resultan tóxicos al producir ácido cianhídrico tras su reacción con la enzima linamarasa, una ß-glicosidasa, presente en la propia planta. La toxicidad es superior en aves jóvenes, donde la concentración máxima aceptable es de 10 mg CNH/kg. La concentración en linamarina depende del tipo de suelo, el clima, la fertilización y la variedad, y es también superior en la pulpa que en la piel. Su importancia es casi nula en las variedades mejoradas que se cultivan actualmente. Además, la mayor parte del ácido cianhídrico se libera durante los procesos de secado y granulación, por lo que la toxicidad de la mandioca granulada es relativamente reducida.
La mandioca se caracteriza por su bajo contenido en grasa y ácido linoleico. En cambio, alcanza concentraciones de almidón comprendidas entre un 60 y un 72%. Al aumentar el contenido en almidón se produce una disminución paralela del contenido en fibra y cenizas. La mayor parte del almidón (70%) se encuentra en forma de amilopectina, de elevada digestibilidad. Por otra parte, la ausencia de matriz proteica facilita su rápida degradación en el rumen. Su valor energético es alto en todas las especies, aunque su elevada pulverulencia limita su uso en piensos en harina.
El contenido en nitrógeno de la mandioca es muy bajo (inferior al de los granos de cereales), y con una elevada proporción en forma no proteica (50%). Su aporte de aminoácidos esenciales es, pues, prácticamente inapreciable. Por tanto, la utilización de mandioca en la dieta supone una mayor necesidad de complementación con concentrados proteicos de alta calidad.
La mandioca presenta también un bajo contenido en la mayor parte de los minerales esenciales y vitaminas, con la única excepción del potasio y del hierro, cuyos contenidos dependen en parte de su grado de contaminación con tierra.
Por otra parte, una importante proporción de las cenizas, especialmente en partidas contaminadas con tierra, está constituida por sílice. La presencia de sílice se ha relacionado con un descenso del consumo, con la aparición de úlceras en la mucosa gástrica y con un efecto abrasivo sobre molinos y granuladoras que incrementa los costes de fabricación hasta en 3 €/Tm.
El control de calidad debe incluir, además del análisis de almidón, el de humedad (< 12%), hongos (< 40000 ufc/g), aflatoxinas ß1 (< 50 ppb), cenizas insolubles en ClH (< 4,5% sss) y CNH (< 100 ppm). Un análisis conveniente es la valoración de la calidad del almidón, diferenciando la parte del mismo no disponible (en forma de complejos o retrogradado).
Se han propuesto las siguientes ecuaciones de predicción de su valor energético:
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